lunes, 9 de enero de 2012

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que 1+1 no son 2 (LI)


351) Porque Cipriano Serrano Martín, natural de Soria, supo volar desde los tres años y no se lo dijo a nadie.
Primero porque no sabía hablar y segundo porque cuando aprendió a hablar se le quitaron las ganas de volar y ya qué sentido tenía.
Para él, pastor de ovejas a cuenta ajena y ávido lector del cómic underground americano de los setenta, nada tenía más sentido que beber leche en ayunas y responder con monosílabos a los ladridos de su perro Morralla.
Para dormir, como le había enseñado su padre Ildefonso, Cipriano contaba ovejas, pero con solo nombrar a la Roberta, la primera del rebaño, ya se quedaba sopas, envuelto en sueños penitentes al abrigo de un fuego que ese sí, nunca se apagaba...
Así que ni para los insomnes ni para Cipriano, una oveja + una oveja serán nunca dos ovejas.

352) Porque cuando haces Pop ya no hay stop, así que 1+1 es infinito a menos que te guste el heavy metal (pero en ese caso habría que aplicar, claro, las 351 razones restantes).

353) Porque cuando el famoso viajero y aficionado a las ciencias, el inigualable barón Humboldt preguntó a Laplace quién era el matemático más grande de Alemania, Laplace replicó convencidísimo que Plaff.
- "¿Y entonces Gauss qué?"- preguntó asombrado Von Humboldt.
- "Oh -dijo Laplace- Gauss es el mayor matemático del mundo"
Pues para ser un matemático célebre, me parece a mí que todo le salía un poco desenfocado, con el típico blur gaussiano que queda bien en las bodas de los noventa pero ya como que tufa.
Así que siendo tan bueno, pero sumando borroso, 1+1 en las manos de Gauss era un borrón borroso de padre y muy señor mío.

354) Porque en Francia uno se dice "un" aunque se pronuncia "an" y dos se dice "deux" aunque se pronuncie "de".
Así que si todo seguido dices an-de, te pones a caminar y no sumas ni de blas.
Te pones a caminar y miras la luna llena, mientras te rascas un poco justo debajo del párpado pensando que qué es eso, si es la humedad de la noche cordobesa o va a ser que se te ha metido algo en el ojo, porque si no ese agüilla que sale y bordea tu mejilla de qué.
Y no sumas, claro que no sumas.

355) Porque los UNOS tienen sentimientos, como tú, como yo, como Rajoy.
Los UNOS sueñan con besos, con abrazos, con mimos intempestivos a la hora de la teletienda.
Por eso, cuando un UNO se enfrenta a otro UNO para ser sumad, el entiende esa suma como un entroque sinérgico equivalente a un apretón de manos, a un fundirse dos cuerpos, a una caricia lenta y penetrante.
Por eso los dos UNOS se suman intercambiando sus letras, primero tú, luego yo, no déjame a mí, sí, hazme lo que quieras y en esa suma libidinosa esa amalgama de UNOS se acaba convirtiendo en un UNUONO que venga luego el cabrero a tirar piedras para separarlos y no haya manera...

356) Porque Herbert Evans era vidente en Marsella, donde se había jubilado con la paga razonable que le ofrecía su gobierno galés.
Pero Herbert no era un vidente cualquiera: Herbert veía las intenciones. Herbert te veía venir.
Y Herbert, marinero en sus años jóvenes y de un fuerte carácter heredado de su madre nórdica, con esa mirada penetrante de quien te ve venir, mantenía a raya a los UNOS y a los OTROS y no les dejaba ni sumar, ni beber ni que hicieran cosas sexuales, ya se pusieran como se pusieran.
Así que para Herbert, inevitablemente, 1+1=0

357) Porque hay quien no acepta nunca un-no por respuesta, pero otros -yo sin ir más lejos- lo que no aceptamos es un-no por pregunta.