jueves, 20 de octubre de 2011

Sin ti



Un amigo me dijo una vez que el doble de nada es nada, pero para mi que multiplicar por dos la nada requiere un esfuerzo, oye.

Quizá por eso -o no- los días en que no soy ni la mitad de bueno apenas si duran 12 horas.
Y es entonces que, casi sin querer, me convierto en el vizconde demediado de tus noches, partiéndolo todo, en espera de una fugaz promesa.