267) Porque Emiliana de Cepeda, natural de Colmenarejo y viuda desde los 53 años, busca y rebusca en los cubos de la basura cáscara de naranja seca, tomates podridos por un lado y paquetes de caducidad y miseria que poder llevarse a la boca.
Sola y con el raciocinio gastado no quiere que le hablen de hospicios ni albergues, y deambula con gatos trasquilados que se suman a su olor apelmazado y angosto.
Emiliana nunca supo sumar, y si hubiera sabido ya se le olvidó. Quizá por eso, en las noches de luna llena no rebusca en los contenedores y se queda pensativa en un banco de madera, imaginando que si hubiese una luna llena más que sumar a la que ahora ilumina su rostro no serían dos lunas no, sino la mirada de su madre, que sabe como nadie acariciarla rodeada de estrellas, como siempre estuvo.
268) Porque no hay quinto malo, así que los bondadosos, los buenos de corazón, los que nos miramos al espejo y pensamos que el mundo debe mejorar, cuando sumamos 1+1 nos sale 5.
269) Porque hubo una vez en que el uno era un ser único, singular e irrepetible.
Dejémosle soñar con ese pasado de añoranza y mocos, y no le sumemos más que calificativos que lo engorden de vanidad y sonrisa.
Porque cuando un uno sonríe, que se pare el mundo.
270) Porque Steve Jobs, de mirada fascinante y amante del arroz negro, nos dijo siempre que mirásemos más adelante, siempre más allá, que era la única manera de llegar a algo.
Así que yo, obediente sumiso de las reglas de la manzana, cada vez que sumo 1+1 miro más allá y me sale 3, y si me concentro miro muchísimo más allá y entonces lo menos me da 293.846.109.747.837.
271) Porque si sumamos 1 isla a 1 continente nos sale 1 península.
Hércules sabía muy bien de este tipo de infortunios y gastó parte de sus barritas energéticas bio century en hacer justo lo contrario, hasta que llegaron dos municipales y le pusieron una multa que ni el ministro Caamaño se la quita, oiga, y la cosa quedó -para qué nos vamos a engañar- bastante estrecha.
272) Porque a una buena noticia no se le puede sumar otra noticia buena.
No se puede.
¿Quién ha escuchado alguna vez eso de: tengo dos noticias, una buena y una buena?
Nadie.
No solamente eso, sino que todo el mundo que nos viene con el cuento de que trae una noticia buena y otra mala -lo típico- te cuenta la mala primero (que no es mala, que en realidad es una auténtica putada) y luego te cuenta la buena, que ni es tan buena y que encima ya la sabías y por lo tanto no te hace ilusión ninguna.
273) Porque uno más uno es el signo del pause. Y para de contar. II