281) Porque Liu Hui, matemático cuasi desconocido de la china imperial del Reino de Wei allá por el 260, usaba su propia fórmula.
Le temblaba la mano al escribir, como se encargaba de recordárselo Punset, con el que solía compartir pupitre en clase de pretecnología.
-"Liu, no escribas tan raro que pareces chino"- le solía decir aquel rubiales de pelo rizadísimo.
El bueno de Liu Hui como que entrecerraba sus ojos y se dedicaba a inventar nuevas fórmulas que pudieran satisfacer a sus hermanastros gemelos, aunque lo chincharan a la hora del wasabi.
Él decía 1つ プラス 1つ, y claro, así normal que le saliese 双生児
282) Porque un fin de semana son dos días de vacaciones. Porque un puente suelen ser tres y llegan hasta cinco.
Porque si sumamos un fin de semana a otro fin de semana la suma se llena de días, risas, descubrimientos, complicidades, sorpresas, desconexión y asueto.
Si sumamos un fin de semana a otro fin de semana perdonad que os diga, pero la suma sale bastante más que 2.
283) Porque los matématicos, mal que le pese a Ernest Holloway, escriben malos poemas y aunque llenan las pizarras verdes de bellos números inútiles, suelen cometer faltas de ortografía cuando menos se lo esperan.
Así, un martes cualquiera hubo quien se atrevió a formular "1 mas 1" tal como lo leéis, sin acentuar.
Así que claro, de esta manera, 1+1 = 1 pero 1.
284) Porque los poetas, mal que le pese Hoover Blanche, son malos matemáticos y aunque se les llena la boca de amor y lucha social, no pueden evitar rimarlo todo en la vida.
Así que claro, de esta manera, 1+1 = vete a tomar por culo.
285) Porque para sumarle un 1 a otro 1 lo primero que tienes que hacer es tener un 1. Y la cosa está mu mala.
286) Porque todos los números que van del 0 al 4 son perfectamente intercambiables.
Es más: gusta cambiarlos.
Que si no hay 3 sin 4, que si 1 es multitud, que si donde comen 2 come 1, que si 1,2,3 al escondite francés.
Aunque nosotros, modestos pero profundos, nos quedemos siempre con el cero.
1+1 acaba sin querer queriendo en 0.
287) Porque no hay nada más bonito que sumar.
Bueno, sí que hay: inventar. No hay nada más bonito que inventar.
Bueno, sí que hay: soñar. No hay nada más bonito que soñar.
Bueno, sí que hay: crear. No hay nada más bonito que crear.
Bueno, sí que hay: Vivir. No hay nada más bonito que vivir...
(podría seguir así todo el tiempo, sumando, y es que no hay nada más bonito que sumar...)