sábado, 2 de abril de 2011

Recuerdos



Te has ido, ya no estás:
y al irte
dejaste aparcado aquel impulso
junto al dorado bordillo de tu ombligo.
Te fuiste, ya no estás:
y al marcharte
quemaste aquella carta sobreexpuesta
de deseo y biblioteca
en el jardín oculto de tu infancia.
No te veo, ya no estás:
abandonaste la carne con mi sangre entre los dientes,
birlaste un póster de cine en los luminosos de la acera,
mentiste al conductor que repostaba en punto muerto.
Ya no estás.
Ya no.
Ya te sentí lejana en tu última caricia,
ya te cambié de nombre al desayuno,
ya olvidé tu imagen frente a la ermita blanca,
ya vacié el buzón de palabras y sueños,
ya cosí los mil bolsillos que duermen en tu armario.
Y solo entonces
pude comprobar
que no hay ninguna presencia
sin esa resistencia tan tenaz
que ofrecen tus recuerdos
a la noche.