sábado, 23 de enero de 2010

La invasión de los tecno-romántico mutantes


Era inevitable. ¿O no?
Tarde o temprano tenía que aparecer por aquí esta joya cuasi perdida del audiovisual nerjeño.
"La invasión de los tecno-románticos mutantes".
Pura serie Z.
Puro arte.

No hay mucho que contar de esta maravilla, de esta inclasificable obra perdida durante más de una década, de esta sinvergonzonería manifiesta, de esta referencia inevitable rodada ¡en pleno diciembre! en las playas de Nerja.
Es lo que es. Simplemente hay que verla.

Sí hay, de todas formas, una historia detrás, y es que lo rodamos la buena gente de Yaumate, allá por el 93. ¡Hace diecisiete años!
Y por una cierta vergüenza ajena, por la poca confianza, por pudor, por miedo al engendro que habíamos capturado con la cámara permaneció -casi- oculto durante los once años siguientes.
Fueron Sego y Mariano los que en una tarde de hastío y aburrimiento rescataron aquellas grabaciones a medio montar del cajón del oprobio y el olvido.
En los tecno mutantes había una historia.
Claro que sí.

Once años más tarde aquel material veía la luz y todos nos dimos cuenta de que el tiempo había engrandecido aquella historia.
Todo lo que antes era vergüenza ahora era creatividad, donde antes había sonrojo ahora sólo quedaba la risa imparable y el asombro absurdo.
Impagable.

Son muchas las veces que recurrimos, en nuestras batallitas, (comidas de menú, charlas de té, tardes de cortijo o noches al lado de la playa) a la posibilidad de hacer una segunda parte.
La historia sin duda lo merece.

Qué habrá sido casi veinte años después de su grabación de la vida de esos personajes que se pierden en el atardecer de una playa camino de las ciudades.
Quizá tengan trabajo, rutina y niños, quizá estén agobiados con hipotecas, problemas y realidades diarias, pero seguro que tras cada uno de sus corazoncitos ruge con fuerza un tecno romántico mutante.
Seguro.

Y a fe mía que a fuerza de mordiscos estarán a punto de rebelarse de nuevo, esta vez (por ejemplo) contra los cantantes latinos.
No perdáis de vista vuestra espalda.
Quizá, ahora mismo, estén al acecho...