Como quien no quiere la cosa, han pasado cuatro años.
Si entonces fue jueves, hoy es martes. Mucho más ha cambiado en este tiempo, claro, pero curiosamente este ancla permanece.
A su ritmo incansable, delirante y excesivo me sigo aferrando. Puede que fuese yo quien lo pusiese en marcha, pero crece y anda ya sin que nadie le ayude.
Él solo, pidiendo cuando quiere, exigiendo poco.
Y yo, que lo miro de al lado como a esa sombra que nunca se va, ya ni le echo cuentas.
Bueno, un poco sí.
Por eso habrá que celebrarlo de la única forma que sé: hoy con pájaros que es martes, y mañana de estreno, con un cortometraje de animación.
Y es que, como quien no quiere ya la cosa, han pasado cuatro años.
Y es que, como quien no quiere ya la cosa, han pasado cuatro años.