29) Argelia
30) Porque a Matsutaro Ozawa, un tokiota de apenas 23 años encargado de las recargas móviles en una pequeña tienda del barrio de Akihabara, se le olvidó recargar la batería del mundo.
Y mira que se lo habían dicho.
Matsuaro, la batería, Matsuaro que nos quedamos sin mundo.
Pero Matsuaro soñaba despierto con gatos en hoteles de suelo enmoquetado, con bailes imposibles entre disfraces de camarera en el parque Inokashira y así, claro, no hubo manera.
Llegó el mundo al 21 de diciembre con un dos por ciento de batería y, aunque Matsuaro lo enchufó entonces, el mundo le dijo que nanai, que o se formateaba todo o ahí no había atutía.
31) Porque el gobierno indultó a todo cristo menos a lo que de verdad importaba.
Indultó a banqueros corruptos, a conductores kamikazes, a políticos deshonestos.
Y el mundo, impotente y sin indulto ya posible, murió de pena.
32) Porque los mayas crearon una secta para llevar a cabo su predicción del mundo finalizado.
Los herederos de los herederos de los herederos de los herederos de aquellos mayas serían los encargados de liquidar el mundo y hacer a sus antepasados mucho más listos de lo que en realidad era.
Quisieron llamar a su secta los Iluminati, pero como igual alguien usaba también ese nombre, al final decidieron llamarse Los Parguelas.
Felipe Osvaldo Medina, heredero directo de los primeros parguelas, separado y con dos perros, acabó siendo el encargado supremo de llevar a cabo el fin del mundo.
Llegó aquel viernes fatídico. Él se levantó tarde, que mucha secta, mucha secta, pero nunca gustó de madrugar.
Cogió su espada toledana, heredada del gran Qetzchuaqueal,
la sintió vencida de la edad,
y no halló cosa que poner en sus ojos
que no fuese el recuerdo de la muerte.
33) ¿Porque tú vas a Finisterre y luego qué?
34) Porque con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela un velero bergantín.
Y si no corta el mar sino que vuela, es porque ya no hay mundo por el que naveguar. Murieron los mares, murieron los muertos, murieron los piratas. Ahora el mundo es un vacío estelar lleno de barcos que vuelan, infectados de fantasmas.
Y sí, nuestros sueños, también, vuelan con ellos, entre barriles de ron, sin tormenta ni bonanza, con el rumbo ya por siempre torcido.
35) Levántate. Ve al salón. Enciende la tele. Sintoniza Telemadrid.
¿Lo ves?
El fin del mundo.