viernes, 25 de diciembre de 2009

El coche a vapor V



Siempre llega un momento en la vida de uno en que esta acaba reducida a choques y encuentros
Aunque hay también una tercera categoría, los choques-encuentro, que son sin duda de lo más interesantes.

Hay choques cohetes y encuentros bomberos. Hay choques imprevistos y encuentros fortuitos, choques tremebundos o encuentros sutiles.
Comer puede ser choque o encuentro; leer, maquillarse, dormir, enfadarse o vender una participación de lotería.
Todo se reduce a lo mismo.

En la vida del coche a vapor todo funciona también de la misma manera: Rocas acolchadas que se hunden, encuentro patín, choque profundo que baja del cielo y nuevas amistades.

Y luego está él.
Aparece a ritmo de acordeón y se convierte en nuestro encuentro-choque preferido.
Sí, es él.
El coche de bomberos.
Con su escalera a lomos llena de esperanza, con sus ganas de isla desierta y barba crecida, con un universo a las espaldas que va desde un corazón borracho a un caracol que se colará irremediablemente en esa isla quién sabe si ya desierta.

El coche de bomberos, sí.
Un encuentro-choque de los que ya no quedan.