No es que la desvergüenza exceda de sus límites sobre todo en estas fechas, que también, lo que ocurre en realidad es que me he venido de viaje sin mis plantillas, sin mis dibujos, y así no hay quien invente.
El vacío no es solo el de la mano, en este caso y sin que sirva de precedente, es el mío propio.
Menos mal que el día de navidad viene cargado de ilusión, así que quién sabe, igual dibujo mañana.