324) Porque a los 1 que piensan mucho les sale la vena romántica, pedestre y melancólica y se dejan llevar por el cantar de un pájaro, la lágrima de una ardilla, el olor de las caléndulas y el sonido arbitrario de una ola de mar que nunca se acaba.
Recalentándose con ese recuerdo de la ola, la visualizan y la adoptan dándole leche y mantecados para merendar, así que la ola se acomoda entrañable en los lomos blanditos de la n del uno.
Así, sin más, el uno se transforma en uño, pero con tal aire femenino que ella sola reconoce su sexualidad latente y se acepta como lo que es: una uña de rancio abolengo y muy señor mío.
Y una uña + una uña, hasta para un uno melancólico y pedestre, es demasiado océano, son demasiadas olas que soportar encima de su ene, nene.
325) Porque a los unos que se dejan llevar (no diremos ya a los que son guarros, ni a los indolentes, hablamos en este caso simplemente de los que se dejan llevar) rápidamente les crece mierduño en los costados.
Más concretamente a los unos que se dejan llevar les crece una t delante de su ser, con lo que se convierten en tunos.
Oh, my god.
Y, eso sí que lo sabe todo el mundo, un tuno + un tuno = tabarra asegurada.
326) Porque una inoportuna racha de viento convirtió lo que iba a ser un domingo tranquilo y relajado en una invocación matemática que provocó interminables disertaciones de gente que son capaces de fumar en pipa y de llevar pajarita al mismo tiempo.
Una racha de viento convirtió un 1+1 en un /x/, anda que no.
327) Porque en las quinielas hay apuestas simples dobles y hasta triples. Las derivaciones de esta aseveración tan sencilla son mastodónticas e hiperbáricas, pero nos detendremos sólo en dos: A) En las simples solamente puedes poner un signo, léase 1. O lo que es lo mismo, si pones un 1 eres un simple. B) Tanto en las dobles como en las triples puedes poner más de un signo (sí, sí, dos en las dobles, tres en las triples), pero nunca, repito: nunca, te dejan poner el mismo signo. Así, en las dobles puedes poner un 1 y una X, un 1 y un 2 o una X y un 2. Pero no repetir.
Resumiendo, que no se puede sumar 1+1 ni siendo un simple, ni siendo algo más complejo.
P.D. Ojo a las implicaciones intrínsecas de esta razón irrefutable, quizá levemente sospechadas por el lector más acomodado, pero aquí no se pone en tela de juicio el resultado de una suma (1 más 1 no son 2) sino el hecho en sí de que esa suma se pudiera producir.
Allá que te va ese universo, Matías...
328) Porque en un mundo de certezas, en ese mundo donde "lo que es, es", 1+1 solo puede ser igual a 1+1.
¿Cuánto es 1+1? Pues 1+1. Y que venga un empírico y que me diga que no, mientras le invito a un té con magdalenas de chocolate.
329) Porque Adam Wallace Hendricks huyó toda su vida de un espectro que no existía. Creyó verlo la primera vez en Albuquerque, cuando apenas si tenía diez años de edad, y se escapó de casa, dejó a sus padres y se hizo monje tibetano. Vivió en Lhasa hasta los veintitrés, cuando en una sesión de meditación volvió el espectro (o eso creyó él) a importunarle con su visita.
Adam cambió de nuevo radicalmente de vida y se hizo reponedor de Mars Almendra en las máquinas del trayecto Madrid-Almuradiel-Granada-Motril-Almuñecar, lo que le llevó a coger quince quilos de sobrepeso y un grave problema de varices.
Y todo por un espectro que fue solo fruto de su imaginación.
Así que la única conclusión razonable que podemos sacar es que 1 espectro + 1 espectro = 15 quilos, y la imposibilidad de haber sido feliz con Jackie Willson, que fue dama de honor en el Anuario del año 86 del instituto de Albuquerque y que, sin que llegara nunca a reconocérselo a nadie (ni siquiera a Nancy) estaba secreta y coladísimamente enamorada de él.
330) Porque uno + uno es igual a un grupo de rock irlandés de traspasa el fenómeno estrictamente musical para convertirse en una marca, una idea, un icono:
uno+uno = udos