lunes, 25 de octubre de 2010

El Hostal Vishal



Me da cierto respeto pensar que esta foto tenga más de dieciocho años.
Me produce curiosidad verme en el autorretrato.
Me gusta la luz que invade, la textura analógica, el grano de la plata.

Delhi, 1992.
Mi primer gran viaje.
Y el primer hostal que ocupé en India.

Aunque esta historia no es tanto la historia del Vishal, que también, y sí la historia de esos hoteles, de esas habitaciones que te acogen en los viajes.
Lugares de lectura, descanso y reflexión. Lugares donde aislarte, desconectar y recuperar las fuerzas que muchas veces la calle y el gentío te roban en cada esquina.
Lugares con personalidad, que han conocido otros rostros, otros cuerpos, otras historias, y que ahora se te ofrecen a ti, en mitad de ningún sitio.
Lo más parecido a un hogar que tendrás durante ese mes de sorpresa y aprendizaje.

Viajamos a India Bom, María y yo.
Y aunque no voy a contar su historia, hablar del Vishal es hablar María, pues ella nació allí.
La madre de María dio a luz en el Vishal a una niña, veinte años atrás, ayudada sólo por el personal del hotel.
Y por eso fuimos allí, antes que a cualquier otro sitio.
Cómo si no.
A pesar de sus carencias, sus limitaciones y su rata.
Sólo se trataba de gente amable en mitad de Main Bazar.
En mitad de un escenario de película que nos engullía con sus colores, su olor, sus múltiples manifestaciones de honestidad, miseria, comercio y vida.

Y por eso volví al Vishal.
Tras un mes y medio viajando por el norte, cuando Bom y María se fueron a Tailandia, pero yo y mis obligaciones teníamos que regresar a España.
La última semana me quedé solo en India, y regresé a Delhi.
Regresé al Vishal.
A pesar de sus oscuros pasillos.
Volví.
A la locura de la calle y a la terraza del Anoop.

Y el último día, antes de partir, esperando al taxi, decidí hacerme esta fotografía.
Dejé mi Minolta X300 sobre una tambaleante mesa, y encuadré como buenamente pude.
El disparador automático hizo el resto.
Fue mi última fotografía en India, y aún hoy, más de dieciocho años después, lo sigue siendo.

Prometo que pronto se pasarán por aquí una colección de esas habitaciones de hotel robadas a las ciudades. Esos espacios que capturo desde hace años para adueñarme de ellos.

Siempre que fotografío la habitación de un hotel me acuerdo del Vishal.
Lúgubre y mágico.
Y me acuerdo de mi último día en India, esa tierra a la que prometí volver, y que todavía aguarda que lo cumpla...