Dicen que la fotografía es luz, a quién se le ocurre...
Os muestro aquí unas imágenes de penumbra y velas, en los recogidos rincones de una iglesia.
Allá donde el tiempo no sólo se detiene sino que se hace denso. Allá donde el silencio se rompe con el leve viento que se cuela tras las vidrieras.
Allá donde el fuego baila con su reflejo.
Uno mira absorto esa danza lenta del que sólo sube.
Habrá deseos o ruegos tras esa purificación de cera y cerilla, pero yo únicamente veo la forma imposible y eternamente cambiante de la llama que crece.
Y es entonces cuando uno se acuerda de que con el fuego hay solo dos caminos: Porque el que juega con él o se quema o se mea por la noche.
Y no sé qué da más miedo...