El niño entra mi
habitación descalzo en la moqueta.
Es temprano y apenas
si hay luz
que alumbre la
almohada.
Alza su voz sobre las
puntillas y me pregunta.
Papá: ¿por qué se
extinguieron las escupideras?
La persiana cruje lo
que el viento para,
yo me incorporo a las
legañas
y acaricio su culpa
despeinada.
Pienso entonces en
levantarme
para cambiar no hay
más remedio
esas sábanas mojadas.
esas sábanas mojadas.