domingo, 3 de febrero de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (VII)



043) Porque cuando dejaron de rodar el anuncio de pilas Duracell (el último anuncio conocido data de 1999) un listillo de producción se dejó a caso hecho un conejito en la biblioteca de la urbanización madrileña La Moraleja, sabiendo que en aquel lugar poco o nadie iba a entrar a mirar.
Y allí estuvo el conejito dale que te pego, bailando y tamborileando feliz hasta el 20 de diciembre en que, cansado, agotado y, por qué no decirlo, también feliz, decidió que ya nada, nada, tenía sentido para él.
E o mundo acabó.

044) Porque si los mayas tenían razón, no te digo nada de la lycra.

045) Porque Glazsko Przenstinech, viajero interespacial y eremita confeso, llevaba más de cuatrocientos mil años venusianos saltando de planeta en planeta, esquivando meteoritos en Casiopea, duchándose con Galaxias extintas, arrojando árboles de mentira a los agujeros negros que se portaban mal por no haberse tomado el desayuno entero.
Cuatrocientos mil años venusianos siendo feliz en el Universo, hasta que, tomándose él solo una botella de vino blanco de Rueda en un after de Plutón, aceptó entrar en una partida de póker para jugar con un telépata fullero y un cazarecompensas venido a menos.
-Me aposté el mundo- reconocería Glazsko al taxista que lo llevaba de regreso al motel Bhianda, un 20 de diciembre, - pero cómo no hacerlo teniendo pareja de Q-

046) Porque si multiplicamos 21x12x12 (los números fatídicos del fin del mundo) da 3.024.
Si los líderes y lideresas del mundo mundial se lo hubieran pedido, los mayas encantados habrían aplazado el final del mundo al año 3.024 con un ligero ajuste matemático de bases imponibles y allá que me llevo una.
Pero no. ¿Teníais que matar a todos los mayas, verdad?
Ay, los españoles y su ánimo de conquista...

047) Porque puestos a estudiar algún idioma, los mayas decidieron, en el año 1257, que fuese el inglés.
"Estos tienen proyección, igual hasta nos conquistan" recuerdan que dijo Hunac Ceel, líder de los cocomes.
Y como para los ingleses el ser y el estar venía a ser la misma cosa, todos los cocomes de Mayapán y Uxmal empezaron a decir que lo mismo era el fin del mundo que estar acabado y claro, así, bajo el auspicio y el beneplácito británico, el pesimismo se adueñó del mundo free.

048)  Porque el 21 de diciembre coincidía también con el aniversario de "El Comepiedras", ese fabuloso y mítico animal que vive en el núcleo de la Tierra, y que solo sale de la lava para dar con alguna piedra sólida que echarse a la boca.
Pero claro, un cumple es un cumple.
Así que al comepiedras no le valía con una roca caliza, no, ni con la veta desprendida de una falla tectónica.
Tan sorprendente animal quiso celebrar su cumple alejado de velas y payasos de McDonald comiéndose él solo, y de un solo bocado, los restos fosilizados de lo que había sido en su tiempo la ciudad perdida de Atlántida, con sus tendederos y todo.
Mucha mitología y mucha ciudad perdida, pero qué indigesta, mi madre.
El comepiedras estuvo toda la tarde con ardores de morcilla, con retortijones curvilíneos, hasta que no pudo más y reventó, desde el núcleo de la Tierra, como sólo un buen comepiedras sabe: 
Con un cuesco que, de hecho, todavía escuchan en Júpiter.

049) Porque, a día de hoy, uno cierra los ojos y el mundo no está.
Vale, puede que abramos los ojos y nos dé la impresión de que el mundo está pero, inmediatamente, los volvemos a cerrar y el mundo sigue sin estar.
Los mayas tenían razón, y todos tenemos el fin del mundo al alcance de un ligero parpadeo.