domingo, 18 de septiembre de 2011

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que 1+1 no son 2 (XXXVI)


246) Porque una canasta de baloncesto, de esas que se quedan tambaleando en el aro suspendidas en lo que parece un instante eterno de dudas, esfuerzo y magia hasta que caen dentro, llenando de alegría el corazón de un pueblo, de unas gentes y unos aficionados, recreando sueños a la par que decepcionando a los rivales, haciendo que surjan lágrimas donde antes sólo había expectación y repitiendo una y otra vez el rito incomprensible de eso que llamamos deporte, una canasta de baloncesto, únicamente una, ya vale por sí misma dos puntos.
Y si encima le sumas una falta adicional, o un tiro desde 6'75, la cosa vale tres.
Actualización 2.0: Si encima ganamos 98-85, mejor que mejor.

247) Porque Amadeo Cebollino estaba acostumbrado, en su pueblo de Alcalá de Guadaira, a las mofas de sus vecinos por el apellido tan ridículo con el que se presentaba en misa todos los domingos a las 12.
Sus padres venían de Soria pero eso, para los chismosos ánimos de finales del siglo XIX, donde no había Play-Station ni Nurias Bermudeles que calmar el sopor de los días iguales, no influía en la nula consideración que siempre tuvieron para él.
Amadeo, soltero y feo como él solo, se fue ensimismando cada vez más en su casa y en su campo de boniatos, y para que aquellos comentarios maledicientes no le afectasen se fue creando múltiples capas protectoras que lo aislasen del verbo y la palabra.
El cebollino se fue haciendo cebolla, y comprobó en su carácter de roble añejo que una capa y otra capa hacen una capa más fuerte, más sólida, más triste.
Pero que les den.

248) Porque en el partido de dobles de la Copa Davis jugaban dos equipos -Francia y España- y no cuatro.
Por mucho que cada equipo tenga dos jugadores, la suma de esos dos jugadores da un país (1+1=1), no vayamos a joderla (vía matemática) de nuevo con eso de que da 2, y con el rollo regrese lo de las dos Españas.

249) Porque Slev Pritz no salió de Montenegro en sus cuarenta y ocho años que estuvo viviendo y trayendo por la calle de la amargura a sus padres.
Ni trabajaba, ni sonreía, ni fregaba los platos.
Dicen en su pueblo que una vez, tras los negros cristales de su pequeño cuarto dio los buenos días al cartero que había sustituido a Karel, pero todo son suposiciones.
Slev fue lo que se dice un mal hijo no, lo siguiente.
Desoía los consejos de los abuelos, se rascaba la entrepierna sin al menos abrir como ese debido los pantalones al mundo, ponía en la tele canales de teletienda y silbaba mientras se cenaba en casa himnos pop de los 70.
Sus padres querían la parejita pero viendo el panorama decidieron gastar sus pocos ahorros suscribiéndose al club del coleccionista.
1 niño malo = 1 hijo único

250) Porque resulta imposible sumar los granos de la harina de tempura que sirven para freír con esponjosa cadencia y oriental sabor los más exquisitos manjares.
Si intensa sumar 1 grano + 1 grano lo normal es que obtengas 1 pella.

251) Porque para vivir hay que respirar. porque para respirar hay que inspirar y expirar, con una cadencia que no enseñan en las escuelas ni falta que hace. Porque para expirar e inspirar hace falta una nariz, y porque para que haya una nariz necesitamos irresolublemente dos agujeros.
1 agujero + 1 agujero = 1 nariz = la vida (inspirada y expirada).

252) Porque una vez (en mi época de estudiante universitario) me tocó escuchar a un conferenciante exaltado por los efluvios del trina de naranja, mientras hablaba sin parangón de la popularización del arte a raíz del rompimiento de la representación clásica de finales del Siglo XIX.
Y entonces dijo aquello de:
"¡Y pare usted de contar!"
Y yo, obediente, sumiso, abrazo la máxima.