Las fotografías cumplen hoy, a media voz, las cien entradas.
Y uno -que no es fotógrafo, que siempre tuvo respeto y distancia, que vive inmerso y equidistante en esa misma fotografía desde hace siete años- no puede sino agradecerle, guiñarle y homenajearle como es debido.
¿Y cómo es debido? Quién lo sabe.
El caso es que por un día me permito el lujo de no trabajar, y hago un recopilatorio, tan propio de artistas musicales en decadencia.
- Menos de veinte fotos- me dije.
Y fueron diecinueve.
Todas ellas de viajes. ¿Por qué? Quién lo sabe.
De algún modo me siento más cercano a ellas, de algún modo me acompañan. Son testimonio mudo del placer de andar por una calle, de cruzar un parque, de mirar unos ojos. Son testigos del disfrute de conocer otras gentes, otros pensamientos, otra manera de cocer el arroz.
Diecinueve eran pocas, por eso lo hice.
Ayer hubiera hecho una selección distinta, mañana otro tanto. Así es el juego.
Eso sí, tenían que estar presente los lugares: Malí, China, Vietnam, Cuba, India, Turquía, Marruecos o París.
Y presentes también los recuerdos que de ellas emanan.
Un viaje siempre es una emoción, pero se hace distinto con una cámara entre las manos.
Las dudas, la doble mirada, el pudor, los descubrimientos. Es algo más que una mochila lo que te acompaña.
Hoy hago un pequeño repaso por esos momentos vividos camino de ningún sitio.
Habrá más lugares, más gente, más miradas, más instantes, más fotografías.
Todavía no existen, pero me hace feliz saber que -sin ninguna explicación coherente- se están fraguando ya en mi cabeza, inquietas.