Un domingo de tormentas de verano y lluvias que se quedan en promesa.
Hay luz, siempre, hasta en lo más profundo.
Los lápices amarillos quieren pintar a las bombillas para encontrar su brillo, y los folios no saben si son blancos, si acumulan polvo.
Menos mal que siempre aparece la mano, que dibuja telepáticamente, y es capaz de crear todo un mágico universo de la nada.
Nunca mejor dicho.
Por eso siempre hay que pensar en la próxima vez, que será mejor, y más intensa.
Sin embargo, por hoy, solo nos queda soñar, y esperar que el final se atarde.
Hay luz, siempre, hasta en lo más profundo.
Los lápices amarillos quieren pintar a las bombillas para encontrar su brillo, y los folios no saben si son blancos, si acumulan polvo.
Menos mal que siempre aparece la mano, que dibuja telepáticamente, y es capaz de crear todo un mágico universo de la nada.
Nunca mejor dicho.
Por eso siempre hay que pensar en la próxima vez, que será mejor, y más intensa.
Sin embargo, por hoy, solo nos queda soñar, y esperar que el final se atarde.