Malí en blanco y negro.
Los recuerdos no se borran pero se estancan en el tiempo. Los paisajes pierden el color de la arena, las casas el adobe o el Níger sus turbias mezclas. El toque eterno y atemporal del gris permanece para siempre fijado en píxel.
Pero queda aún mucho color de aquel viaje. Queda el musgo perdido de la falla, el pigmento de los tejidos, la pintura en las barcas o la piel imperecedera de sus habitantes.
Irán viniendo de a poco por aquí -irán volviendo- los recuerdos de aquel viaje, ya sean en color o en blanco y negro, porque dentro muy dentro se quedaron y para recordarlos bien lo mejor es sacarlos fuera y compartirlos.