sábado, 26 de junio de 2010

Un tonto, un lápiz, el calor y la goma











Las tardes en que el calor se cuela y se mete y se instala hasta en la sombra aislada de las habitaciones más frescas, esas tardes no son del todo propicias para el desarrollo de ninguna actividad medianamente razonable, que no sean la siesta o la contemplación.

Pero el lápiz gustoso y el tonto que lo contempla no le temen a la deshidratación ni al desencanto.
El lápiz graso que se mantiene a mano, y el tonto un lápiz que también necesita de la goma se dan un baile entre limonada y caída de sol, lentas y alargadas ambas.

Algunos lo llaman dibujar, otros la pereza que emana de un levantarse ocioso de la siesta eterna.
Y o son felices, o son tontos, o lo mismo las dos cosas.
Y se les nota.