domingo, 20 de junio de 2010

Mañana empiezo LXIV








El atardecer es el ocaso (si acaso).

Las bombillas que ciegan las ganas con luz, el cubre polvos que se convierte en lencería, un teléfono desconocido y odioso.
Todo forma parte de lo mismo.
Un lápiz boca abajo que acumula desencanto, la mano que canta rancheras o el ya nombrado atardecer.
Todo habla de cielo oscurecido, de quietud en la orilla y de la brisa húmeda que acompaña a la negra noche.

Y ya puestos lo mejor es dormir...