lunes, 15 de junio de 2009

El peor libro de la historia


Aquí está. Ha llegado la hora...
Lo cierto es que metidos en faena como estamos -es de esas pocas veces en vida que me pasa, por eso las reconozco al vuelo- empiezo de veras a sentir vergüenza.

Vaya mierda de libro.

Y no lo he escrito yo, claro, pero ya el simple hecho de traerlo aquí... 
No sé, hay libros -el Necronomicón, éste- que deberían permanecer enterrados en los dominios del olvido por los restos de los restos.
¿Cuánto mal encierran estas páginas? Difícil contabilizar el infinito.

Pero es que no se puede ser tan retrógrado...

Nada nos debería extrañar viniendo las páginas firmadas por quien viene, pero aún así el término "vergüenza ajena" se queda corto para decir todo lo que siento.
Es deleznable.
Pero me cago en diez que tiene esa fascinación propia de lo inaudito, el asombro de lo increíble o la atracción de lo imposible e inenarrable.
Y aún así sigue siendo una basura en mayúsculas: BASURA.

Es el libro en sí mismo un monumento al disparate, al sexismo y a la estupidez. Difícil por tanto elegir o seleccionar pasajes de entre tanto trogloditismo. ¡Horrible!
Intentad comprendedme. Quiero y no quiero, pero no me queda más remedio.
Quizá lo que más me asombre y me indigne son los encabezamientos de los capítulos, por eso me permito el lujo de completarlos: 

"¿Es verdad que todos los chicos van a lo mismo?": No lo dudes, TODOS vamos a lo mismo.
"Cuidado con tus amigas": Que son todas unas...
"¿A qué te comprometes con un beso?": A sentir, a vivir, a que todo tenga sentido, a que el tiempo se pare...
¿Qué hacer para no parecer sosa ni fresca?": Echarse sal y llevar siempre  varios jerséises.
"Sé vampi solo para él": Señora en la calle y...
"¿Qué puede pasar si te enrollas con él la primera semana?": Pues que no acabe yéndose con tus amigas, que son todas unas...
"No te quedes en novia, llévalo al altar": De las lamentaciones...

En fin, sería un no parar, y tampoco es plan, aunque no vendría mal la escritura de un contra - libro para rebatir una a una todas las sandeces que en éste se incluyen.

Nada más.
No se lo recomendéis a vuestros hijos/as y dejad que crezcan en la libertad de no saber, de jugar y equivocarse solos, sin recelos ni prejuicios, haciendo sufrir y sufriendo, que no hay otra.
Si leéis estas páginas hacedlo, prometédmelo, solo para descojonaros con gracia de lo absurdo, lo imbécil, lo discriminatorio, lo intolerante y lo lamentable de su impresión.

Os dejo con alguno que otro de estos pasajes espantosos:
















No le dediquemos más tiempo si por no ser no es ni capaz de acentuar las mayúsculas...
No, no merece la pena...