Lo bueno de estar -casi- constantemente haciendo cosas (inquieto, aburrido, curioso) es que todo acaba realimentándose.
A medida que me he ido introduciendo en el mundo de la fotografía, inevitablemente he acabado jugando y divirtiéndome con los programas de retoque, con las duplicidades, los modos de fusión y las máscaras de capa.
Y todo eso, una vez que visualmente reconoces el resultado, lo acabas aplicando a todo tipo de imágenes.
Uno, que se dejó fascinar en su momento por la capacidad del grabado para magnificar la línea y el trazo, entiende esos programas de retoque como una herramienta más en el proceso plástico de creación.
A estos sencillos dibujos, sin ir más lejos, les he duplicado la capa, la he invertido y la he fusionado en modo "diferencia" (los que hayan trabajado esos programas ya sabrán a qué me refiero). Luego he jugado con los niveles y ya.
Y miro la línea que emerge distinta y en relieve, y reconozco que me gusta.