Pasen y vean...
Nos encontramos siempre, con el coche a vapor, en esos lugares imposibles, solitarios y recónditos que hacen que todo duela, si cabe, un poquitín más.
Escenarios imposibles como el aire denso que se suspende encima del mar, lugares mágicos como el otro lado del espejo e islas imposibles de una sola palmera.
Poco a poco el coche a vapor va definiendo su mundo, pero -a qué negarlo- en realidad se va definiendo él: Egoísta, simpático, absurdo, ingenuo, pesado, vago o bromista.
Le gusta dormir nada más puede, regala flores siempre que es posible, da besitos con la misma facilidad que te atiza un martillazo (y como en el caso de las historias del espejo, incluso a sí mismo)...
Es un perla de cuidado, aunque inofensivo la mayoría de las horas del día.
Retocar, releer, colorear y mostrar estas tiras hacen que lo siga queriendo...
