jueves, 11 de marzo de 2010

Sorgo Rojo (Cine Club Universitario, Granada)



Debo confesar que he tenido la debilidad de traspasar esta etiqueta al blog vecino, a "Breve encuentro", o quizá duplicarla, pero como nació aquí, aquí se queda.

Y todo, a fin de cuentas, es cine...

Hay películas que se quedan dentro de ti por lo que te han ofrecido, por lo que ellas mismas son, y hay otras a las que tendrás que agradecer toda la vida -no solo ya sus valores intrínsecos- sino que te abrieran la vista y la mente a un universo nuevo, mágico, desconocido y extrañamente cercano.
"Sorgo Rojo" tiene para mí esas cualidades.
"Sorgo Rojo" abrió mi vida y mi mente a un cine hasta entonces desconocido y al que desde entonces profeso una extraña sintonía (la sintonía, quizá, de lo diferente) que lo hace curiosamente cercano: El cine asiático.

Quizá no sea la mejor, pero sí que ejerció de catarsis.
Y no sólo a mí, habría que reconocer.
Cuando ganó el Oso de oro del Festival de Berlín, allá por el año 1988, "Sorgo Rojo" fue el catalizador que abrió las puertas a filmografías recónditas (china, coreana, vietnamita, iraní...) con todo lo bueno y lo malo que, como otras, estas filmografías traen consigo.
Pero sí que supuso un aire fresco, o al menos distinto. 

Lo que es cierto es que, insisto que desconociendo las razones, yo conecto particularmente bien con el cine oriental (por ende con su cultura, en general), y "Sorgo Rojo" fue quien me abrió esa puerta.
Probablemente mi admiración y sintonía con el novelista Murakami se debe a esto que cuento.

Y es que son muchas las películas.
Ya he hablado aquí de "Chungking Express" pero bien lo podría haber hecho de "Hanna-Bi", "Hierro 3" o "El rey de los niños" por citar sólo unas pocas.

Hay en "Sorgo Rojo" algo concentrado de ese cine asiático.
Hay cierto hermetismo, tragedias shakespirianas, pulsos contenidos, pasiones soterradas, algo de "estos asiáticos están locos" que diría Obélix, que me resulta enormemente atractivo.

"Sorgo Rojo" fue dirigida por Zhang Yimou en 1988 con Gong Li, su por entonces mujer y musa, de fascinante y bella protagonista.
Amparada dentro del movimiento de la llamada "Quinta Generación", con jóvenes directores como Cheng Kaige (del que Yimou fue operador de cámara) o Tian Zhuangzhuang, "Sorgo Rojo" fue, junto con "Tierra amarilla" de Kaige, estandarte de esos valores de renovación.

Y fue "Sorgo Rojo" la primera de todas ellas que tuve la oportunidad de ver en el Cine Club Universitario de Granada.
Acostumbrándome por aquel entonces a ver cine en versión original con subtítulos, aprendiendo a buscar los huecos en la agenda para que el cine nunca faltase.

Grandes paisajes, los personajes que trasmiten sus sentimientos cantando, la rebeldía de quien no quiere someterse a las reglas establecidas, el viento que mueve el campo de sorgo mientras el sudor y el deseo hacen el resto, la importancia visual y plástica de los colores en la escena, la épica de las situaciones...

Todo en esta película es excesivo, todo centrífugo y explota...

A veces una película te sirve como mecha y un cine actúa como detonante. 
En mi caso, todo lo que se había larvado en las matinales del Cine Linamar durante mi infancia, explotó en aquella sala de la Facultad de Ciencias de Granada.

Y ahí sigue, esa explosión. Tan viva...