Diga treinta y tres.
Como quien no quiere la cosa (y no, yo no quiero) los días van pasando.
Hoy me ha pasado una cosa curiosa con esto del Internet.
Ayer, que estuve dibujando, terminé mis tiras de "mañana" a la espera de publicarlas hoy.
Con un día de adelanto, todo un récord.
La cosa ha ocurrido al intentar publicarlas esta tarde.
He intentado subirlas cuatro veces y no había manera. Vale que he reiniciado el ordenador y entonces sí he podido (a las pruebas me remito) pero en ese ínterin absurdo del reinicio me ha dado por preguntarle a mi ordenador: ¿De verdad son tan malas?
Y es que si te pones a pensar no había una razón lógica para que no se subieran.
Y es entonces cuando uno se imagina a tres chinos (no me preguntéis por qué, pero siempre hay tres chinos) dentro del ordenador diciendo: estas sí, estas no.
Y por un lado entiendo que es una cosa de criterio, pero por otro no lo entiendo, ya que por muchos estudios que tengan esos tres chinos son un poco incongruentes, porque la semana pasada, sin ir más lejos, dejaron que publicase otras tres que -sencillamente- no eran mejor ni peor, eran lo mismo.
Lo mismo de siempre.
Así que sí, ha debido ser esta última digresión sobre la arbitrariedad de sus criterios, lo que ha hecho que los tres chinos, benévolos aunque algo enfurruñados, hayan permitido su publicación in extremis.
Y no, no son tan malas.
Son nada, eso sí.