Si la mano, al igual que la luna, tuviese un contrato a tiempo parcial, no dormiría, no soñaría, no viviría del aire, no tendría esa ingenuidad que acarrea cada día.
Si la mano, al igual que le ocurre a muchos en este extraño mundo, tuviese un contrato a tiempo parcial, ya le habrían obligado a dibujar hace tiempo, incluso -con mucha probabilidad- algo que ni siquiera le gustase.
Ahora que lo pienso, el día que de verdad esta mano se ponga y dibuje, esta tira, este falso artificio de nada y apariencias se acabará.
Ya no tendrá sentido.
¿O no?
Tampoco hay que pensarlo hoy...
Lo bueno de la poca vergüenza es que resulta inagotable.
¿O no...?