miércoles, 22 de enero de 2014

Hasta luego


Esto no es un adiós, es un hasta luego.
Llega un momento en la vida en que sientes la necesidad de parar y, si puedes, has de hacerlo.

Para mí, ahora es ese momento: justo cinco años después de su nacimiento -se dice pronto- este blog se toma un descanso, se despide con este hasta luego, con ganas de sentarse en la orilla y mirar el mar, con ganas de dejarse llevar por el paso del tiempo y, por qué no reconocerlo, con ganas de no hacer nada, ese anhelado reto.

No puedo despedirme sin un gracias inmenso. A los que habéis estado ahí, detrás de mis locuras. A los que desde el principio os sumasteis con paciencia y a los que os habéis ido añadiendo con el paso de los días a esta bitácora a todas luces excesiva, absurda y desenfrenada.
A los asiduos, a los intermitentes, a los esporádicos. A los más críticos, a los que observaban en la sombra, a los osados, a los escépticos y por supuesto a los fieles, que sé que los hay.
Me he sentido más que acompañado en esta aventura que sin vosotros no hubiese sido lo mismo.

Volveré.
Serán tres, seis meses, no lo sé.
Volveré más calmado o no, más reflexivo o no. ¿Menos excesivo? Me río y me digo: quién sabe.
Pero volveré (como puede usted, lector de estas páginas, volver sobre las más de mil seiscientas entradas que aquí se quedan) por lo que no es cosa de volverse dramático, por mucho que a mí me guste.

Esto no es un adiós, es un hasta luego, así que, lo dicho: hasta luego, amigos.

P.D. Esto cuadraba bien como la razón 365 de por qué el fin del mundo llegó, así que así queda.
Aunque, eso es seguro...¡¡Mañana empiezo!!