domingo, 12 de mayo de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXI)



141) Porque las onomatopeyas del mundo se pusieron en huelga todo el mes de diciembre del año 12, en una tensa pero implacable lucha contra los luchadores de kendo, contra las caricias sobre algodón, contra la tenista española Conchita Martínez, contra las piedras que rebotan en el agua, contra las ventosidades iracundas de Valentín Pertíñez, contra el viento del noroeste, contra los desagradables llantos de Esteban Renualvo, contra las tizas que arañan pizarras antiguas y contra todas sin excepción las bolsas que de plástico infame chisporrotean al picar de su interior.
La huelga, más que justificada, fracasó estrepitosamente al llegar esquirolamente y sin prejuicios el fin del mundo a hacer bang, y por mucho que el resto de ellas le dijesen schhh, la cosa hizo plof.

142) Porque trescientos millones cuarenta y cuatro mil novecientos tres habitantes de la Tierra, el 21 de diciembre de 2012 a las 15:31 con veinte segundos, justo justo al mismo tiempo, les dio por apretar en Enter para consultar en el buscador de Google "Cómo incrustar magnolias asesinas en un parterre digital usando software libre" y, menos a un finlandés que le salió en el buscador la foto de Cañita Brava durante cuatro segundos absurdos, el resultado fue el colapso integral de los conductos energéticos del planeta. Y luego hubo un boom.

143) Porque mil trescientos esquimales se pusieron a escupir -tradición lapona- en un agujero que habían descubierto de la capa de ozono. Tuvieron que saltar mucho para tan cruel venganza, y en un rebote la cosa hico crack.

144) Porque tras robar un Tigretón del supermercado espacial que te encuentras en la segunda rotonda nada más salir de Venus, propiedad de Petronor, tres estrellas brillantes como ninguna se dieron a la fuga para evitar que Miguel el munipa las arrestase, pese a que ellas se sabían ya muertas.
La persecución, seguida en directo por Manolo Lama desde la Cadena Ser, tuvo récord de audiencia con un share de cinco puntas (tres violetas y dos verdes) nada menos.
Las tres estrellas, tan brillantes, se escondieron tras la luna, que se iluminó como el sol, e hizo que todos los lunáticos y enamorados de la Tierra se pusiesen en pelotas y convirtiesen las plazas y los McDonals en playas nudistas, liándolo todo bien pardo.
Si la leyenda se pierde en confirmar si el fin del mundo llegó con un splash o con un plonk, es simplemente porque nadie sabe ya qué sonido hacen millones de cuerpos desnudos al estrellarse contra el hormigonado asfalto.

145) Porque la conciencia de la humanidad, dormida durante siglos, se despertó con un Ummm, desayunó tostadas de paté con mermelada de frambuesa y se miró al espejo con un Aaaagggg.

146) Porque en Austria habían ido larvando una vida entera de música sinfónica en las calles y onomatopeyas en los apellidos. Kranl, Catnich, Ausbruch, Hlawatsch, Klocker, Mlac, Ranz, Repich o Volk son solo una pequeña muestra de estos.
Los más acérrimos defensores de la sonoridad contundente del apellido, los DSCA, montaron una sociedad secreta que se reunía a bombo y platillo en cualquier kaffeehauser de Vindobona, que es como ellos gustan de llamar a Viena.
El problema vino una navidad, con tanto frío, en que Fritz y Fusch se pelearon por pagar la cuenta, que ascendía a 49.794€ de vino caliente.
Hay quien dice que el roce hace el cariño, pero cuando los roces son entre Fritz y Fusch, genran una combustión que ni Calparsoro.

147) Porque FIN es una onomatopeya, muy de acabar un concierto, muy de brindar con vino blanco.