domingo, 5 de mayo de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XX)


134) Porque dos escaloras de linajes distintos, con familias enfrentadas por herencias mal divididas, por amores no correspondidos entre primos que llevaban sin verse decenas de años y demás trifulcas cómo qué canal poner cuando hay fútbol y jazz, se profesaban odio eterno.
Las dos escarolas tenían un buen felpudo para que sus invitados pudiesen limpiar de resquemor y barro las visitas que cada vez se prodigaban menos.
Así que las escarolas, llenas de endivias, de endivias cochinas, le dieron un toque amargo a sus vidas y, como buenas escarolas, no fueron a la huelga.

135) El fin del mundo llegó el 22 de diciembre porque se retrasó.

136) No se tiene muy claro la razón por la cual el fin del mundo llegó tal y como los mayas lo habían predicho.
Científicos holandeses afirman categóricamente que está relacionado con las placas tectónicas extraídas por una empresa de compresas.
La secta mormona cuyos tres miembros viven el Almuñecar, lo achacan a la falta de subvenciones estatales para las confesiones agnósticas de tuertos veganos.
La pandilla de Pedro Ramírez y sus archienegimos los Fulleros dicen con convencimiento que el fin del mundo llegó por culpa del marciano que capturaron aquella tarde de miércoles y al que abrieron en canal para ver si tenía algo de gomaespuminglish dentro.
La cúpula de la CIA en pleno (bueno, los que sobrevivieron y que viven ahora en un adosado de Marte) sabe por sus informes de la importancia que tuvo la tasa interanual de exportaciones de aluminio en el sudeste asiático, que interfirió por las plusvalías en los índices bursátiles RPH.
Y el bueno de Jose Mourinho dijo que la culpa era de todos menos de él.

137) Porque el brillo de tus ojos se volvió transparente.

138) Porque la sopa estaba fría, y qué sentido tenía ya todo. Porque al intentar poner el hornillo, la bombona de butano se había agotado, y qué sentido tenía ya todo. Porque tras probar el microondas justo antes de que se fuese la luz, y bajar al jardín a intentar hacer fuego con dos ramitas pese a que había estado lloviendo todo el día y tropezar para llenarse de tierra húmeda y volver a casa sin butano y ducharse con un agua tan fría como la sopa qué sentido tenía ya todo.
La luz se fue -se dijo el mundo- y no va a volver.
Así que me voy contigo.


139) Porque cerraste la puerta y tras la puerta no había nada.
Y la nada y el fin, primos hermanos.
Así que si desolación hablamos, todo queda en familia.


140) Porque ese mismo día fatídico de diciembre, habría de celebrarse un combate de kung fu entre Dog John "Pelopincho", ladrón de Detroit venido a menos por el alcohol, y Xian Zhuang, el gran maestro de 103 años, conocido por doblar las hojas del algarrobo con el pestañeo de su ojo izquierdo en la distancia. Y el combate era a muerte.
Xian sabía bien que podría haber acabado el combate sin siquiera presentarse, cerrando sus ojos y controlando desde Pekín el ritmo sanguíneo de su oponente, pero decidió coger un avión.
Sí.
Fue Ryanair.
El mundo se acabó por tocarle los cojones a un maestro kung fú un jueves a media tarde.