lunes, 10 de noviembre de 2014

Viaje a Rumania y Bulgaria II










Y otra vez la gente. Hoy, además, que necesitaba la gente.
Necesitaba sus ojos, sus gestos, sus momentos. Su cercanía, su cadencia, su impronta, su presencia.

Y es al mirar estas fotos de Rumanía y Bulgaria, contentándome -quién sabe- con este encuentro en la distancia (espacial, temporal), cuando me doy cuenta del denominador común que estas imágenes arrastran: todas las personas retratadas están mirándose a sí mismos.
Están en ese momento de conexión o desconexión que los abstrae del mundo, que los desconecta de la realidad, que los aísla consigo y sus pensamientos.
Y me doy cuenta que ahí me cuelo yo. Que ahí me colé yo.
Es entonces que mezclo pudor y necesidad (la pulsión de mis días) y me vuelco en la mirada de los otros.
No queda otra, cuando uno necesita la gente. Hay que mirar, y fundirse en ojos ajenos.