sábado, 15 de octubre de 2011

No escribí, no fui


No escribí poesía para decirte que te quiero.
Si acaso escribí lamentos que se perdían en la noche,
escribí enjaulado
escribí demente,
escribí azoteas llenas de misterio.
Escribí cajones, escribí sonetos,
escribí magnolias de terciopelo negro.
No escribí poesía para decirte que te quiero.
Si acaso te miro, siempre desde lejos.
Me silencio en tu pluma, me columpio en la fuente,
complazco a viandantes con sonrisa de acera
y viajo en alondras para perderme en tu pelo.
Nunca dije te quiero.
Nunca pulsé la mesa donde guardo los secretos,
nunca derramé gabardinas a la hora del café,
nunca prometí acertijos que nublasen cielo y cena.
No escribí poesía para decirte te quiero.
Ojalá lo hubiera hecho
antes de que el mar borrase mi memoria,
antes de que las huellas de tus pasos resbalaran calle abajo
deslizadas por el aceite de una indiferencia
que a veces me sabe a miel
y otras a repámpanos.




Si hoy no vengo a por ti no me esperes levantada.
Si no recojo las sobras de la noche,
si no pinto de amianto las aceras del parque,
si me empeño en rodar de lavadora en peonza
no trates siquiera de seguirme en pensamiento,
no intentes que el ascensor baje al piso menos cuatro
ni que las ballenas aúllen como lobos en celo.
Déjalo estar, déjame ir.
Si hoy no voy a por ti
será que ya te tengo
o pensemos al menos
que lo hemos soñado juntos.