domingo, 25 de agosto de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXXIV)


232) Porque la Vía Láctea, pese a su lácteo nombre, desayunaba todos los días ColaCao con grumos, hasta que los científicos de Nutrexpa mejoraron la solubilidad del producto. Entonces, una buena mañana de diciembre, la irritada y mañanera Vía Láctea echó mano del mayor grumo que tenía a mano.
Sí, la Tierra murió ahogada en ColaCao, desayuno y merienda.

233) El fin del mundo llegó en diciembre porque siempre se hizo de rogar. Y llegó con el mazo dando. Y dijo a-diós.

234) Porque Genaro Alberto Aquilano vivió por encima de sus posibilidades. Al menos eso le habían dicho el gerente de un banco, el gestor financiero de una inmobiliaria, un ex político consejero de una famosísima compañía eléctrica y el representante de un futbolista que ahora mismo está esperando su traspaso.
Genaro había vivido por encima de sus posibilidades y por lo visto no era el único. Comerciales, fotógrafos, pensionistas, peluqueros, campesinos, blanqueadores, pescaderos y un largo etcétera.
Tan por encima de sus posibilidades habíamos vivido -por lo visto- todos, que el mundo se fue quedando muy abajo, muy abajo, muy abajo hasta perderse por completo. Tan lejos se fue, tan perdidos nos vio que se dijo a sí: para qué volver.

235) Faemino Insulta Necios DEL Mar Ural Ninguneados Desde Oriente.

236) El fin del mundo llegó porque su madre se olvidó de cancelar la cita, y él miró su agenda gris llena de dibujitos de caras tristes antes de salir en patinete rumbo a su destino. Se peinó con la raya en medio, lavó sus dientes con sabor a aguacate, besó la mejilla de sus retoños dormidos en litera y se echó a la calle con el maletín que le regalaron en aquel curso de repostería navideña.
El fin del mundo llegó cargado de rutina y sugus, llamó a la puerta y le abrieron. "Adelante", le dijeron como si nada. 

237) Porque David Copperfield siempre buscaba el más difícil todavía, y con un "ahora la ves, ahora no la ves" hizo desaparecer las dos cosas más inverosímiles de su carrera: el mundo y su tupé.

238) Porque criado en la más absoluta clandestinidad por los mayas y amamantado por lobas de Siberia que lo escondían en los Cárpatos, el fin del mundo fue creciendo lenta y letalmente. Sabedor de su poder y su destino, yendo a clases de inglés y esperanto, leía cómics de Larcenet, el único vicio que le permitieron en su prolongada vida.
Una vez, en su niñez, cuando apenas contaba con 893 años de edad, un profesor de biología le preguntó que qué pez querría ser.
Y él dijo que él. El del fin.