Pájaros de plumas grises en días de fiesta.
Vientos que no paran, brisas enjauladas, vacíos llenos de nada. Así normal que acaben emigrando al otro lado.
Los pájaros que juegan el escondite, sin embargo, son de otra manera: se dejan querer, allá en el Caribe, mientras uno piensa que pueden estar tras un árbol cualquiera.
Y es que no hay mundos que pongan límite a los sueños, así que, por si acaso, tú viaja mejor con un peine en la maleta.