En esa miscelánea que supone recordar un viaje -recorriendo carpeta a carpeta las imágenes traídas- te das cuenta cuan grande, cuan variado y cuan inabarcable es un país como Brasil.
Playas, catedrales, gente, calles, mercados, miradas, arquitectura o artesanía.
Un paseo por el viejo Sao Paulo, aquel descanso en Morro, el encontrarse con Niemeyer o andar sobre las aguas.
Todo duerme en sus carpetas.
Todo se despierta ante la vista.
Revisar fotografías de viajes es viajar de nuevo, de un modo diferente -más pausado, más pensado- y los ojos activan un cerebro que andaba ya dormido a esta hora de la tarde.
Revisar fotografías de viajes es querer salir de nuevo.
La noche cae, y las ganas crecen.