162) Porque una caja + otra caja = recuerdos, libros, momentos, vida, coches de bomberos, cables, pasado comprimido, cojines, sábanas, dibujos acumulados, pelo y cáscaras de mandarina.
Una caja + otra caja sí que es infinito...
163) Porque hay unos rebeldes. Eso lo sabe todo el mundo.
Hay unos que no se conforman con la realidad que se les ofrece, con la que le venden los medios de comunicación y gestionan los políticos a través de las órdenes que reciben del sistema financiero.
Hay unos que frente a esa realidad dan un paso al frente, se unen y luchan esperanzados por un futuro mejor, un futuro que ahora más que nunca piensan que está en sus manos, piensan que les pertenece.
Por eso hay unos que ante esa realidad de aceptación y conformismo se dan la vuelta, se giran, se rebelan.
Y sí, si a un uno normal le añades un uno girado la suma es igual a M, ya que se besan en el rabillo.
Y la revolución empieza por cosas así...
164) Porque como cantan los "Mártires de Compás": las matemáticas no aman, pero tampoco fallan...
165) Porque en las manos de Thomas Clifford Allbutt todo cobraba una dimensión desconocida. Estaba allá por 1869 en plena invención del termómetro clínico a la vez que pensaba en su vecina Margaret y en cómo subía cada mañana las escaleras de su piso con una bandeja de magdalenas calientes, y así no hay manera de concentrarse.
De hecho necesitó por un momento sumar 1+1, y como andaba distraído y no encontraba el segundo de esos unos, cogió prestada la letra ele del termómetro clínico que ya estaba casi listo.
Sí, Allbutt, todo lo que recogen los libros de historia es cierto. Tú te casaste con Margaret, tú engordaste tus últimos años en Cambridge a base de magdalenas matutinas, y, a pesar de lo mucho que te jode, acabaste inventando el termómetro cínico.
Y no me lo niegues, cabrón, con ese aire de suficiencia.
166) Porque si tienes una dioptría en el ojo izquierdo e igualmente una en el derecho, el oculista de turno (que suele llamarse Ildefonso o Sonsoles) NUNCA te dirá que tienes "dos dioptrías en los ojos", porque con razón le parecerá que podrías percibir en su tono de voz que no está siendo demasiado profesional, como cuando en la comida de empresa de la semana pasada se quitó la camisa y abrazó a sus empleados con un cariño excesivo bajo los efluvios subyugantes de un refrescante espumoso.
1+1= 1 y 1.
167) Porque justo estaba en la consulta de un doctor que medía metro setenta y ocho cuando mi madre, por lo bajinis, me preguntó (quién sabe por qué) que cuántos eran 1+1.
En ese mismo momento el doctor, con una voz más recia, profunda y penetrante, a la par que me auscultaba concienzudamente me pidió, imponiendo su voz a la de mi madre: Diga 33.
Y sí.
Por las coincidencias del destino 1+1=33.
168) Porque hay quien para sumar 1+1 utiliza palillos de dientes (esos objetos que sirven para arreglar el internet y para estabilizar amplificadores de música).
Si eres uno de esos millones de personas en la Tierra que usan palillos de dientes para sumar sabrás que con solo un palillo que muevas (y no digamos ya dos) las combinaciones y permutaciones posibles son infinitas como huecos y carne reseca hay entre mis dientes.