043) Porque si 6 más 4 es la cara de tu retrato, 1 más 1 acaba siendo la n que tan esmeradamente escribíamos con la lengua fuera y nuestra mente concentrada en aquel libro de caligrafía Rubio de escritura vertical.
044) Porque como dice Censi, 1+1= nada de ayuno...
045) Por la propia y fácilmente comprensible unidad de los conceptos:
Si a uno le sumamos otro uno ya deja de ser uno, y si deja de ser uno, ya no nos vale como aseveración, porque las leyes de la cuántica sí que se pueden aplicar con carácter retroactivo.
Tendríamos que decir, para que quedase mucho pero mucho más claro y más acorde con la realidad de lo que existe a nuestro alrededor y que se manifiesta como materia sensible, algo así como: "Eso que deja de ser uno, más eso otro de deja de ser uno, se podrán convertir en dos siempre que sus esencias no interactúen con la realidad más tangible, cosa que por otra parte sucede más a menudo que se te caduque un yoghurt Clesa en la nevera".
Esta aseveración, pese a contener varias inexactitudes inherentes, podría ser más difícilmente rebatible.
046) Porque un ojo y otro ojo dan una única mirada, y si encima es la tuya se convierte no en dos, sino en infinita, infinita, infinita...
047) Porque si al primer mandamiento (amarás a Dios sobre todas las cosas) le sumamos el segundo (no tomarás a Dios en vano), ya no hace falta sumar ningún mandamiento más, ya tenemos lo suficiente para darnos cuenta de que estamos ante una boludez como un piano de grande.
1+1 = un piano grande, negro, limpio y sonoro.
048) Porque cuando tus alumnos llegan tarde y alguno ha comprado gominolas, a ti como profesor sólo te quedan dos procederes posibles.
Uno, el primero, conforme a la legalidad vigente, respetando el currículo oficial y los parámetros correctos del nuevo Real Decreto, es requisarlos y no permitir que se coman ni que se compartan.
Eso sí, las mismas leyes te obligan, dita sea, a devolverlos al final de la clase.
La otra posibilidad, la segunda, es mucho más fácil. Le pides una.
Eres el profesor, sabes que te la van a dar. Dejas que quien sea siga comiendo gominolas y tú le pides una porque están muy buenas, eres un goloso y no sabes resistirte. Eso es así.
El problema es cuando pides otra.
Entonces no has pedido dos gominolas, vayamos a equivocarnos, porque la primera ya ha sido engullida y ni te acuerdas a qué sabía.
Cuando pides una gominola, aunque ya las hayas pedido antes, siempre es la primera.
En el mundo de las gominolas sólo existe el uno, el número eterno...
049) Porque nunca hay dos unos. Siempre están los unos y los otros.