La nieve tiene algo de folio en blanco. Nuestras pisadas son los trazos, las huellas son líneas que se imaginan camino.
El folio tiene algo de monte. Rugoso y terco, simiente de vida, expectante.
El monte tiene algo de lápiz. Guardando el carbón para cuando haga falta, dejándose acariciar para crear senderos.
El lápiz tiene algo de ojo. Nervioso y avisor entre la maleza, deslumbrado y temeroso ante los eriales.
El ojo tiene algo de nieve. Blanco y virgen y dispuesto. Lleno de luz que recibe y modela.
Hablaba de dibujo, no sé si me explico.