Hay días que no parecen domingos.
Días que se hinchan, que explotan, que se sumergen en agua clara.
Son días de sol bañados en clorofila, días de dibujos robados a la mañana, días de empezar y no acabar nunca.
Cuando un domingo es más principio que final, estamos ante uno de esos domingos.
Y también molan.