Y llegamos también -siendo como ha sido la última en asomarse- a la entrada treinta y tres.
Aunque advierto: No lo hago a cosa hecha, pero si me paro a pensarlo, es para preocuparse...
Leo sin pausa las definiciones (escritas hace unos meses -todas en momentos distintos-, dibujadas hoy mismo, seleccionadas mediante un procedimiento que mejor no os lo cuento) y dichas de corrido como que da un poco de cosa: Las dificultades del camino, el bache, el doble bache, el ocaso, la enfermedad, el contagio, el malo o la maldad son sin embargo, aunque no lo parezca, reflejos de la ingenuidad y la ternura.
Y de nada más.
Porque frente a las dificultades del camino está la siesta, frente a la enfermedad el beso, tras el ocaso la noche y ante el doble bache acabamos entre las estrellas.
No hay que preocuparse mientras tengamos cielo.
Si sabemos volar, él será nuestro refugio.