"Y cada noche yo le contaba a mis nietas historias que no acababan nunca, porque ellas no me permitían ponerles el "vivieron felices", y me pedían que las prolongase con nuevos personajes hasta que se rendían al sueño.
Entonces yo las arropaba y me iba hasta la puerta, desde donde las miraba una vez más. Sentía allí que un narrador, en el fondo, no es más que eso: el que apaga la luz. Y apagaba la luz y salía".
W. Sommerset Maugham