domingo, 5 de julio de 2009

El peor regalo de cumpleaños de la historia


Es casi mejor no decir nada...
Hasta los puertos USB parecen asustados ante semejante panorama.

Y es que el regalo no tiene desperdicio.

El marco de plata con un biselado imposible que hace que los reflejos fulguren indómitos, el tamaño coqueto pero ancho donde el propio marco cobra su importancia, pero sobre todo la foto.
¡La foto!
Una foto, por cierto, que no es tal, si no un recorte de papel couché de una revista cualquiera. Qué imagen.

Difícil describir lo que ya estáis viendo
La pose, la sonrisa, la expresión tierna y campechana.
Esa mano tonta sobre la que se posa picaruela la cabeza con una inclinación imperceptible.
Esa comisura boquituerta, paradigma de la gentil bondad del genio.
Veo los dientes que me sonríen y no puedo sino devolverle con amor la vida que me insufla.
El éxtasis.

No quiero ser mal pensado y, sin embargo, algo hay de malévolo en la expresión aviesa de tan magno director de cine. 
Algo de suficiencia en esa mirada que, con cierto aire de superioridad, me proyecta por encima del hombro, por mucho que yo deje la foto a ras de mesa.

"Yo sé más que tú" parece decirme.
"Ví tu corto del caracol bombero y no me gustó nada". Como me partes el corazón, José Luis, cuando me dices eso.
"¿Juanra?, no te conozco, ¿escribes en Cahiers du Cinéma...?" Y es que das donde más duele.
Así todos los días.

Sin embargo no puedo desprenderme de él.
Es terroríficamente adictivo, resulta abrasivo y me hace pazguato frente a su magnificencia: Lo adoro.
Desde enero de 2006, que, envuelto en un papel de periódico, cayó en mis manos.
Me regalaste también una estrella de Shérif y un Colt de plástico, Fabri, pero nada de eso conservo todavía.
Sólo la foto.
Su foto.
Que siempre me acompaña.
Y qué más te puedo decir.
Gracias...