sábado, 27 de agosto de 2011

Viaje a Uzbekistán I















Quizá sea siempre la primera entrada la más ansiosa, la más voluble, la más urgente.
Con el viaje aún sin aposentar en los rincones de una casa que no existe, con el olor de los aeropuertos metido todavía en los bolsillos.
Pero al mismo tiempo es la más querida, la más soñada, la más inevitable.
Imaginada antes incluso de haber empezado a colocar la ropa ligera dentro de la maleta, resultaba imposible no jugar en la mente con las imágenes todavía no realizadas.

Ahora lo imposible de concretar se ha hecho realidad.
Regresas cargado de gigas y vivencias, sin tener muy claro qué es lo que hay dentro de tu cámara.
Y llega el momento de volver a asomarte por la ventana al mundo a través de un gestor de imágenes. Llega el momento de escudriñar pacientemente y descubrir que como siempre hay pequeños tesoros escondidos.
O es tu vanidad la que te habla.

Uzbekistán tiene esos rincones mágicos, esa gente dispuesta, esos mercados llenos de color y fruta.
Posee las avenidas más grandes, las más despobladas, los espacios más inhóspitos, pero al mismo tiempo -tras los muros la vida- la gente se articula entorno al comercio, a sus casas, huyendo de ese calor que sube impasible hacia el norte.
Uzbekistán tiene la sonoridad impregnada en sus ciudades. La fascinación que nace de un pasado de leyenda que aún creemos intuir en el polvo impoluto que se aposenta en sus calles. Una Ruta de la Seda infinita que se quedó prendada en el confín de los tiempos.
Samarkanda, Bukhará, Khiva.
Uzbekistán tiene mezclado en su devenir el pasado más lejano con el de apenas veinte años. Control, orden y limpieza. Y es a partir de eso que crece en su futuro.

Las imágenes aparecen sin querer.
Las que en el momento de ser disparadas resonaron en mi cabeza como únicas y a las que fui a buscar directamente el primer día de regreso se juntan con las que aparecen de sorpresa, insospechadas y hermosas, casi sin saber dónde.

Ya sé -la experiencia así lo dice- que la búsqueda y el juego con las fotografías no desaparecerá nunca.
En cualquier caso, este es un camino que acaba de empezar.