lunes, 4 de noviembre de 2013

Elogio de la imperfección



































Todo vale.
Todo vale siempre.
No es que de repente decidas, no es que se te crucen dos cables, no es que arriesgues, no es que tires por la borda, no es que lo mandes todo al viento de la indiferencia.
Es que siempre estuvo ahí.

Por eso lo establecido no llega a dos duros, por eso la normalidad es imposible, por eso lo que se supone que hay que hacer es simplemente eso: lo que se supone.

Y es que hay que aprender para olvidar, para transgredir, para no respetar, para soliviantar.
E insisto en la necesidad de aprender, pero aprender para. Aprender para saber que lo importante no es importante.
Pero si no aprendes primero lo importante, no es fácil (o tan fácil) darse cuenta de lo poco importante de lo importante.
No sé si me explico.

El caso que en fotografía -como en el arte, como en la vida- las reglas están para saltárselas. Nitidez, foco, formato. ¿De qué estamos hablando?

Esta fotografía la tomé mientras esperaba en la cola para acceder al Pao de açúcar, en Río de Janeiro. Me vi frente a un enorme espejo y zas, no pude resistirme frente -nunca mejor dicho- a lo que llaman un autorretrato.
Lo más curioso es que la foto está, digámoslo así, técnicamente bien hecha. Son las imperfecciones, ralladuras y manchas del espejo las que aportan la textura que se aprecia.
¡Y hasta parece analógica cuando está hecha con una Mark II!

Pero ahora que la miro, si hay algo que me gusta, son esas imperfecciones.
Precisamente porque es un autorretrato. Precisamente porque estaba frente al Pao de açúcar, cansado y feliz, en mitad de mi viaje, o de ningún sitio, que viene a ser lo mismo.
Me gusta su falta de nitidez, su formato exageradamente alargado, la plata (que son píxeles) despeinada en su reflejo.
Me gusta porque bailo frente al espejo aun cuando estoy quieto. Porque me recuerda a otro tiempo y, efectivamente, es ya otro tiempo.

No es que arriesgues, lo decía antes, es que la cámara siempre te devuelve con creces una mirada imperfecta.
Y yo se lo agradezco.