domingo, 3 de noviembre de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XLIII)


295) Porque tres abejas misioneras, enganchadas al croché de punto de ganchillo, decidieron viajar a la costa mozambiqueña para recabar información sobre formas primitivas y colores de tierra, para dar más valor a sus diseños.
Se llamaban Andrea, Catania y Norberta.
Una vez allí (fueron en avión, clase turista) tontearon con los moscardones autóctonos que les toleraron sus ganas de fiesta salvaje de pijama y desenfreno, pero culpa de ello tuvieron que abandonar abochornadas la habitación de Maputo la primera noche.
Desconcertadas estaban, todavía libidinosas y con algo de resaca, cuando Norberta advirtió que estaba embarazada.
Y fue entonces cuando a la pequeña abeja la llamaron Maya...

296) Porque Mundo rima con Undo.

297) Porque una pequeña mota de polvo se coló entre las pestañas de Rodrigo Evaristo Leal de Azpilicueta justo cuando iba a proponerle al Ministro de Industria de Panamá un acuerdo transnacional que acabaría con el hambre el el mundo, las injusticias derivadas del capitalismo y los trueques en el mercado de Penonomé.
Rodrigo lloró sin poder articular palabra y el ministro lo tomó por una ofensa tal que declaró la guerra a Estados Unidos, a Alemania y a Japón juntos. Al enterarse de esto, Brasil pidió que Rusia se aliara con China y la liaran parda.
La mota de polvo convocó una rueda de prensa para explicarlo todo, pero la gente estaba viendo la final del Mundial, entre Austria y Honduras, y los misiles ya habían salido de su escondite.

298) Estridentes Lepidópteras Fracasan Invadiendo Normandos DEL Mar Usando Navajas de Murcia.

299) Porque el calentamiento global no es otra cosa que poner a freir mundos en una sartén, con camarones y croquetas, e irte a mirar un minuto el Facebook. Entonces ni los bomberos tiran para atrás las predicciones de los nouvelle mayas cousine.

230) Porque no fue penalti, y te entra un mosqueo que a tomar por culo la vida.

231) Porque el fin del mundo, que bebía Cola Cao calentito recién levantado mientras escuchaba canciones inéditas de Nina Simone, no tenía claramente los arrestos necesarios para llevar a cabo la labor que le había sido encomendada. Así que tras ver una película de Kaurismaki contrató a u asesino a sueldo para que le matase a él mismo, al fin del mundo.
La cosa se complicó tras consultar en Internet una página de malvados secuaces y no decidirse entre rusos, colombianos, japoneses, congoleños, húngaros o azerbaiyanos.
Al final se decidió por un luxemburgués, que era un poco más caro, sí, pero te hacía un matarile fino, una cosa muy elegante: limpia, educada y con solo el diez por ciento de IVA.