Viajé a China en el verano de 2007. Si siempre es imposible elegir (una película, un libro, un país), tengo que reconocer que ha sido sin duda uno de los viajes que más he disfrutado. En el más ámplio sentido de la palabra.
China es fascinante, inabordable y mágica. Transmite lo inexplicable. Te inunda en lo inescrutable. Es imposible de explicar. Porque no hace falta.
Quiero hacer de este blog un espacio sobre todo visual (al menos por ahora) pero no estaría mal contar las mil y una anécdotas que te surgen en el día a día de un lugar, unas gentes y unas costumbres tan distintas a las nuestras. Todo tan gigante. Todo tan diferente.
Me acababa de comprar mi réflex digital y allí estaba yo, mirándolo todo con los ojos de un niño.
Hacía calor. Y llovía.
Todo era muy raro. Y estaba Shanghai.
Me da que volveré. No será por falta de ganas.