lunes, 13 de mayo de 2013

Negro (viaje a Siria en un sueño)




Anoche tuve un sueño.
Ya fuese por el calor, por la alergia, o el cansancio, más bien debo decir que fue una pesadilla.

Estaba en un hotel. Moqueta antigua, país oriental.
Era Siria.
Yo, por lo visto, era reportero gráfico para una revista y estaba allí, rodeado de gente que no conocía, que me hablaban en un idioma que no entendía, sabiendo sin saber que ese no era mi lugar.
En el vestíbulo del hotel, con mi cámara preparada. Con el ridículo prendido a la mochila.

Sabía que debía salir y hacer fotos (se escuchaban ruidos de algún que otro disparo) pero no quería. Me negaba. Un hombre con un turbante blanco me dio unas palmadas en el hombro y casi riéndose me condujo hasta la puerta.
Salí.
Fuera solo había polvo y vacío.
No recuerdo mucho más.
Recuerdo que, de los nervios, no quité la tapa del objetivo y, aunque por el visor todo se veía negro, yo empecé a disparar. Disparaba y miraba, miraba y disparaba.
En ese momento me desperté. El asma me trajo de vuelta. El sueño había acabado.

Lo más extraño, de cualquier modo, ha venido después.
Nada más ducharme he tenido la necesidad física de salir a la calle a hacer fotos.
A hacer fotos con la tapa del objetivo puesta.
No puedo explicarlo de otra manera: la necesidad física.
He cogido la cámara, he salido a la calle y, aún siendo muy consciente del ridículo que hacía, he mirado el negro inmenso del visor y he apretado el gatillo.

Sentí nervios. Había vuelto al sueño.
Así que no he podido.
Apenas cinco fotos han salido de mis dedos, aunque solo muestre tres.
Qué más da, si todas son lo mismo.
Son solo imágenes en negro.
Son solo imágenes de un sueño. ¿O no?