lunes, 6 de mayo de 2013

Alveolos de sombra










Quizá sea porque se parecen mucho a la vida.
Y es que la vida nunca fue un camino que se bifurca ante el que tenemos que escoger uno y desaparece el otro.
La vida nunca fue un mar inmenso abarcable en una brazada.
La vida nunca fue ni tan interpretable como las nubes ni tan seca como la tierra ni tan verde como las montañas de Asturias.
La vida es más como las ramas de los árboles, que se entroncan, que se retuercen, que se separan y vuelven a unirse, que se enlaberintan sin saber.
La vida es como esas ramas que explotan y se encogen a un tiempo, que se rebelan del aire, que se escapan de la tierra, que buscan el mar en un abrazo imaginario.
Son las entrañas de nuestra alma, un iceberg a plena vista, alveolos que dan sombra.

Quizá por eso me gusta fotografiar ramas.
Por mirarlas y perderme.
Porque, pese a que me pese, acaban pareciéndose tanto a la vida.