domingo, 6 de enero de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (III)


015) Porque la visita del "Rey Mago" al "Niño Jesús" ya no es lo que era...

016) Porque independientemente del sentido del humor de los Mayas (ese pueblo que tuvo en Chiquitituhán a su máximo baluarte chirigotero) si hubiesen querido gastarnos una broma, tan evidentes como eran, habrían programado el fin del mundo para el 28 de diciembre, no para el 21.
Pero no.
De una rigurosidad caso germánica los mayas mantuvieron la astrofísica cuántica por encima de las tertulias de Tele 5.

017) ¿Alguien se ha dado cuenta del crecimiento exponencial de las Multiópticas que se está registrando en nuestros pueblos y ciudades, inversamente proporcional al de Bancos e Inmobiliarias? 
Eso solo puede ser debido a una única razón: nadie ve el mundo (efectivamente desaparecido) por ningún lado, y creen que con gafas se va a remediar...

018) Porque Demetrio Agustín Peláez viajó durante tres mil siglos solo para comprar pipas Facundo -las mejor del mundo- en un quiosco de Albacete, tal y como había predicho un monje tibetano de 90 años.
Cuando Demetrio llegó al quiosco, a las tres de la tarde, se lo encontró cerrado.
Se puso el pobre a arreglar su máquina interestelar para hacer tiempo hasta las 17:30 (aun sabiendo que el tiempo nace, no se hace), limpiando el polvo ese que está pero no se ve, cuando Miguel el hijo del joyero de la calle Palencia le pinchó las cuatro ruedas y generó un campo electromagnético que inutilizó para siempre su sofisticado sistema de navegación basado en el líquido que suelta el queso blanco.
Con la máquina rota, sin pipas que echarse a la boca, desilusionado y con la imagen fresca del monje predictor durmiendo una siesta entre inciensos, Demetrio conjuró a todas las fuerzas pares del Universo para que la siguiente predicción de su lista de la compra tuviese, por fin, visos de realidad.
Y el Universo, que en un principio no quería, torció su gesto a la altura de Andrómeda y dijo venga.

19) Que se lo digan a los de Finisterre.

20) Porque Rebuendo Escoplaste, nombre ficticio que usa un encofrador de Barbate, tenía tanta guasa que cuando programaron la cesárea de su señora para tan insigne fecha tuvo claro el nombre de su vástago.
Así, sin más artificio que un paritorio, el 21 de diciembre nació Fin del mundo. Y cómo se parece a su madre.

21) Porque los marcianos de Marte y los cerecianos de Ceres, aburridos ellos de llevar ya cuatrocientos cincuenta y tres años con las tertulias de la tele prohibidas por ley, decidieron tirar petardos al unísono para hacer un puente artificial de fuegos de colores y que el humo nublara a los habitantes de Júpiter, que se creen la monda.
Tal estruendo causaron, aquel 21 de diciembre, que todos los habitantes de la Tierra miraron para atrás como diciendo qué coño es esto.
Y ya todos vueltos para atrás, cuando quisieron dar un paso, se dieron cuenta que era 20 de diciembre.
Y a empezar de nuevo.